La fase de estancamiento de La Larga Depresión venezolana

¿Ha comenzado una nueva era para la economía venezolana? En la conclusión del libro La Larga Depresión venezolana, publicado en julio de 2022, sostuvimos que la crisis económica venezolana entró en una cuarta fase desde 2022, a la que caracterizábamos como de estancamiento[1]. El quid de nuestro argumento es que la economía venezolana no había transitado desde una senda de caída a una de prosperidad gracias a la política económica implementada desde 2018, con el “Programa de recuperación económica, crecimiento y prosperidad” de carácter ortodoxo-monetarista, sino que, por el contrario, se había enrumbado hacia una senda de estancamiento caracterizada por el equilibrio de mínimo nivel y la crisis de realización del capital. Y que por tanto, de no tomarse un rumbo de política económica que propiciase un estímulo radical por el lado de la oferta, la economía venezolana se iba a ver atrapada en una particular trampa de la pobreza.

            En diciembre de 2022, el Banco Central de Venezuela señaló que el Producto Interno Bruto (PIB) había crecido 17,45% en el primer trimestre de 2022, 23,30% en el segundo y 13,22% en el tercero. En el sorprendente comunicado, el instituto señaló que la economía venezolana acumulaba un crecimiento por 5 trimestres consecutivos al trimestre 3 de 2022[2]. Posteriormente, el gobierno presidido por Nicolás Maduro señaló que en 2023 el PIB creció 5,5% y pronosticó una expansión de 8% para 2024[3]. Por otra parte, de acuerdo a la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal), la economía venezolana todavía se contrajo un -3% en 2021, creciendo 12% en 2022 y 3% en 2023[4]. Por último, según las estimaciones del Fondo Monetario Internacional (FMI), en su World Economic Outlook de abril de 2024, el PIB de Venezuela creció 1% en 2021, 8% en 2022 y 4% en 2023, pasando desde 43,7 millardos de dólares a precios corrientes en 2020 a 97,1 millardos de dólares en 2023[5].

            También en la conclusión de La Larga Depresión venezolana sosteníamos que un criterio muy laxo ─al enfocarse en la macroeconomía y no en las condiciones sociales─ para hablar de “recuperación económica” con cierta rigurosidad, era que el PIB por habitante retornara a donde se encontraba cuando inició cada fase de la crisis; esto es: un primer piso en 3.404 dólares per cápita, un segundo en 4.782 USD y un tercero en 5.030 USD, considerados en aquel momento a precios corrientes[6]. Según los datos del World Economic Outlook de abril de 2024, el punto de mayor caída del PIB por habitante fue en 2020, cuando se ubicó en 1.566,6 USD (a precios corrientes), es decir, una contracción de -61,76% y -81,98% con respecto a 2015 y 2013, respectivamente. Desde esa base de mínimo nivel de 2020, donde la riqueza producida por habitante en Venezuela convergió con la de África subsahariana, por ejemplo, el PIB per cápita ascendió a 3.421,7 USD (a precios corrientes) en 2022 y 3.659,1 dólares en 2023 (siempre según los datos del FMI). Es de acotar que en la data del FMI la población de Venezuela pasó de 29,9 millones de habitantes en 2018 a 25,5 millones en 2023[7]. ¿Esto quiere decir que, en el mejor de los casos, hemos retornado al punto del PIB por habitante donde nos encontrábamos en 2018 antes de la implementación del programa de estabilización macroeconómica de carácter ortodoxo-monetarista, pero con la continuación del colapso demográfico de por medio? 

            Antes de abocarnos a esta pregunta, revisitemos qué fue lo permitió el breve crecimiento del año 2022, ya que allí encontraremos algunas respuestas sobre su posible prolongación. Es nuestro criterio que la economía venezolana tuvo dos fuerzas a su favor desde el segundo semestre de 2021: el “efecto piso” y el “efecto precios”. Con respecto a 2021, en 2022 los precios del petróleo venezolano aumentaron 49% y el volumen producido 24,5%. Cepal estimó el incremento de los ingresos brutos petroleros ─precio por producción─ en 86%. Además, la recaudación del Seniat en términos reales subió 29% en el lapso.

            Si comparamos, en cambio, el primer semestre de 2023 con el primer semestre del 2022, tenemos que los precios de la cesta petrolera venezolana disminuyeron -25,9% y el volumen producido solo aumentó en 3,2%. Los ingresos brutos petroleros estimados cayeron -25%. Y la recaudación tributaria efectuada por el Seniat aumentó 27,6%[8]. Ello quiere decir que no fue la política económica lo que logró revertir ni las graves contradicciones estructurales ni los desequilibrios macroeconómicos para relanzar a la economía nacional por una senda distinta a la del colapso del periodo 2013-2021, sino que con una economía reducida a un tercio en 8 años de depresión, salió un numero favorable en la “lotería de los precios” internacionales del petróleo (para usar la expresión de Víctor Bulmer-Thomas).

            En 2023, la producción de crudo venezolano aumentó por tercer año consecutivo, pasando desde 684 mil barriles diarios promedio en 2022 a 749 mil barriles diarios en 2023[9]. Sin embargo, el “efecto precios” perdió fuerza y en los primeros 10 meses de 2023 el precio de la cesta petrolera venezolana se redujo -15%, mientras que los ingresos brutos del sector petrolero ─precio por producción─ lo hicieron en -8,8%[10]. Por su parte, como era de esperarse, en el 2022 la manufactura tuvo un repunte. El índice de volumen de producción realizado por Conindustria aumentó 14,8% en 2022. El mismo indicador para el año 2023 marcó una contracción del -4,3%. Es interesante que al segmentar entre pequeñas, medianas y grandes empresas, el comportamiento es divergente. Las grandes empresas redujeron su volumen de producción en -7,7% en 2023 y las pequeñas en -14,6%, mientras que las medianas lo aumentaron 9,9%[11].

            Analicemos ahora al programa de estabilización ortodoxo-monetarista en sus propios términos. Vale recordar que, dicho de manera muy laxa, para un programa de estabilización macroeconómica con estas características el fin siempre es el control de la inflación, independientemente de sus consecuencias en términos de caída del producto y colapso del empleo e ingresos, y sus medios privilegiados son la reducción de la oferta monetaria y el colapso de la demanda[12]. El proceso de hiperinflación venezolano, que comenzó en diciembre de 2017, culminó en enero de 2022. Durante el año 2022, la variación del Índice Nacional de Precios al Consumidor (INPC) alcanzó los dos dígitos en 4 meses, con una variación anual de 186,7%. Sin embargo, en los últimos dos meses de 2022 y primeros dos meses de 2023, el país vivió una fuerte turbulencia inflacionaria que hizo presagiar que la hiperinflación no se había marchado del todo. De noviembre de 2022 a febrero de 2023, la variación mensual de los precios fue de 12,6%, 35,3%, 42,1% y 19,3%. Durante 2023, la variación anual de la inflación se situó en 337,2%. Sin embargo, desde marzo de 2023 el indicador no ha superado los dos dígitos en ningún mes hasta abril de 2024[13].

            La oferta monetaria de bolívares ha continuado reduciéndose de manera draconiana. La base monetaria (M1) pasó de crecer interanual en 1.077% en 2021 a 547% en 2022 y 166% entre octubre 2022-octubre 2023. La liquidez monetaria (M2) pasó de crecer 1.161% en 2021 a 434% en 2022. Por otra parte, durante el 2022 el crédito al sector privado experimentó crecimiento interanual por primera vez desde 2015, aumentando 118% con respecto al 2021. No obstante, estos incrementos porcentuales, como en tantas otras cosas, obedecen al “efecto piso”, siendo preciso recordar que la represión financiera había llevado al crédito al sector privado al exiguo 2,2% del PIB en 2019. La política fiscal restrictiva también ha continuado durante la fase de estancamiento de la Larga Depresión venezolana. Al citado incremento de 29% de la recaudación real del Seniat en 2022, le sucedió un aumento de 28% en los primeros diez meses de 2023[14]. Por otro lado, de acuerdo al Monitor Fiscal del FMI de abril de 2024, el gasto público, luego de posicionarse en el insólito 9,5% del PIB en 2020, ascendió al 11,8% en 2021 y 14,3% en 2022. Suponiendo que estos datos se ajusten a la realidad, esto representaría en 2022 un gasto público 3,9 puntos porcentuales del PIB menos que el promedio de los países de bajos ingresos de África subsahariana, quienes tienen la ratio gasto/PIB más baja del mundo[15].

              Así las cosas, la represión financiera, la represión salarial y la política fiscal ultra- restrictiva han continuado siendo los pilares de una política económica de carácter ortodoxo-monetarista por mor a la reducción de la inflación. Fenómenos que aparecen aislados como la migración por ingresos, la informalidad laboral, la reducción de la oferta de puestos de trabajo y la crisis salarial, tienen su origen en una política económica que fetichiza la inflación y deja el empleo y la oferta a la generación espontánea. El fin del proceso hiperinflacionario, la adopción del dólar estadounidense como moneda y las remesas de migrantes ─trasferencias sin contrapartidas─ han sido fuerzas que han favorecido la expansión de la demanda. Sin embargo, dichas fuerzas palidecen en comparación con las fuerzas contractivas que impulsan la represión financiera, la represión salarial y la política fiscal ultra-restrictiva. En general, es una política que constriñe el empleo y la inversión, fomenta la exportación de trabajadores ─es decir: crea migrantes─, promueve la concentración empresarial y la desigualdad en los ingresos. En particular, es una política que acaba con el nervio humano que sostiene a la capacidad estatal y por tanto atiza el patrimonialismo. Y además, carga sobremanera el peso de una estabilización precaria sobre los ancianos.

            Cuando el “efecto piso” y el “efecto precios” habían perdido su capacidad de dinamizar a la economía venezolana hacia el cuarto trimestre de 2022, llegó el “efecto Chevron”. En noviembre de 2022, Chevron recibe de la Oficina de Control de Activos Extranjeros (OFAC, por sus siglas inglés) del Departamento del Tesoro, la Licencia General (LG) 41 sobre Venezuela, iniciando una nueva etapa de la historia de la industria petrolera venezolana, pero también de la soberanía venezolana sobre su territorio y recursos naturales. En próximas entregas analizaremos este hito. Por ahora vale decir que la “nueva gobernanza del petróleo” se basa en un intercambio de petróleo por deuda, donde PDVSA sanea su balance, pero reduce formalmente su flujo de efectivo, por un lado, y la economía nacional se beneficia con una mayor oferta de divisas en el mercado cambiario, por el otro.

            Estos arreglos le permitieron al ejecutivo trasladar el énfasis del programa de estabilización macroeconómica hacia el tipo de cambio. Entonces, las intervenciones cambiarias ascendieron a 5.400 millones de dólares en 2022 y 4.699 millones de dólares en 2023[16]. El incremento de la oferta de divisas ocasionó una importante desaceleración en el ritmo de depreciación del tipo de cambio que pasó de 805% en 2021 a 114% en 2022 y 93,28% en 2023. Así, la política cambiaria agresiva por mor a reducir la inflación, al conjugarse con el aumento de los impuestos y un gasto público raquítico, permitió una mayor neutralización del financiamiento monetario al ejecutivo. Pero, además, ha ocasionado la apreciación real del tipo de cambio con sus respectivas consecuencias de fomento de importaciones y constricción del empleo y la actividad. Esta política cambiaria coloca constantemente a los hacedores de política ante la diatriba: o bien se aumenta el volumen de divisas colocado vía intervenciones, o bien se permite la corrección cambiaria. En lo real las cosas suelen imponerse por su propio peso, se mantiene el volumen de intervención mientras pueda financiarse o adviene la corrección cambiaría con su respectiva turbulencia macroeconómica capaz de borrar en días la estabilidad de meses.

            Asumamos con Schumpeter que en el capitalismo ─así sea capitalismo sin capital o capitalismo de compinches─ el progreso es resultado de la destrucción creativa. Entonces, las preguntas que debemos realizarles a los implementadores y sostenedores de la política económica ortodoxo-monetarista destructiva es: ¿dónde está la creación? ¿Se ha introducido un nuevo bien? ¿Se ha creado un nuevo método de producción? ¿Se ha abierto un nuevo mercado? ¿Se ha conseguido una nueva fuente de aprovisionamiento de materias primas? ¿Se ha construido una nueva organización empresarial, especialmente en la industria? La respuesta es un rotundo no.

            Y la razón es porque el único logro de la política económica ortodoxo-monetarista ha sido conducir a la economía nacional a una trampa de bajo nivel. Así, los asalariados oscilan entre la pauperización o tener el privilegio de cubrir un par de necesidades básicas. Los empresarios, obnubilados por la zanahoria de la “liberalización”, sufren el garrote de la represión financiera, la política fiscal ultra-restrictiva, la competencia de las importaciones y la inexistencia de consumidores. En definitiva, es una economía pequeña, de reproducción simple, con escasos ingresos y distribuidos en niveles extremos de desigualdad. Donde del crecimiento se vuelve en grado superlativo función de la flexibilización de sanciones internacionales, que es un retroceso de un siglo dentro del nacionalismo petrolero venezolano. Cui bono? La solución a los profundos dilemas económicos que tiene el país ante sí no pasan por respuestas parciales. La cuestión salarial, la cuestión del crédito y las finanzas, la migración, entre otros, no pasa por respuestas simples y segmentadas. El país necesita construir una senda de desarrollo. Y esa senda de desarrollo está en las antípodas de la trampa de pobreza, el equilibrio de mínimo nivel y la represión salarial.


[1]Referencias

               M. Gerig, La Larga Depresión venezolana: economía política del auge y caída del siglo petrolero, Caracas, Cedes/Trinchera, 2022.

[2]             “El PIB de la economía venezolana creció 17,73% en el período Enero-Septiembre de 2022”, Banco Central de Venezuela, 30 de diciembre de 2022. Disponible en: https://www.bcv.org.ve/notas-de-prensa/el-pib-de-la-economia-venezolana-crecio-1773-en-el-periodo-enero-septiembre-de-2022

[3]             Véase “Venezuela prevé un crecimiento económico superior al 8 % este año, afirma Nicolás Maduro”, Swissinfo.ch, 25 de mayo de 2024: Disponible en: https://www.swissinfo.ch/spa/venezuela-prev%C3%A9-un-crecimiento-econ%C3%B3mico-superior-al-8-%25-este-a%C3%B1o%2C-afirma-nicol%C3%A1s-maduro/78568549

[4]             Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal), Balance Preliminar de las Economías de América Latina y el Caribe 2023: República Bolivariana de Venezuela, Santiago, 2024. Disponible en: https://repositorio.cepal.org/server/api/core/bitstreams/724bf671-c2f3-4084-998a-b8a91b142082/content

[5]             Fondo Monetario Internacional (FMI), World Economic Outlook (abril 2024). Disponible en: https://www.imf.org/external/datamapper/

[6]             Véase M. Gerig, La Larga Depresión venezolana: economía política del auge y caída del siglo petrolero, cit., p. 233.

[7]             Fondo Monetario Internacional (FMI), World Economic Outlook (abril 2024), cit.

[8]             Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal), Estudio Económico de América Latina y el Caribe 2023: República Bolivariana de Venezuela, Santiago, 2024. Disponible en: https://repositorio.cepal.org/server/api/core/bitstreams/18052be0-dcaf-448b-b02e-5244cd422b66/content

[9]             Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP), Monthly Oil Market Report (mayo 2024). Disponible en: https://www.opec.org/opec_web/en/publications/338.htm

[10]           Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal), Balance Preliminar de las Economías de América Latina y el Caribe 2023: República Bolivariana de Venezuela, cit.

[11]           Conindustria, Encuesta de coyuntura industrial IV trimestre de 2022, marzo de 2022. Disponible en: https://www.conindustria.org/wp-content/uploads/2023/03/Presentacion-EC-IVTRI-2022-1.pdf ; Conindustria, Encuesta de coyuntura industrial IV trimestre de 2023, febrero de 2022. Disponible en: https://conintranet.com/img/gaceta/Encuesta_de_Coyuntura_Industrial_del_IV_Trimestre_de_2023_01.pdf

[12]           Véase M. Gerig, La Larga Depresión venezolana: economía política del auge y caída del siglo petrolero, cit., p. 144 ss.

[13]           Banco Central de Venezuela. Disponible en: https://www.bcv.org.ve/estadisticas/consumidor

[14]           Los datos provienen de Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal), Estudio Económico de América Latina y el Caribe 2023: República Bolivariana de Venezuela, cit.; y Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal), Balance Preliminar de las Economías de América Latina y el Caribe 2023: República Bolivariana de Venezuela, cit.

[15]           Fondo Monetario Internacional (FMI), Fiscal Monitor (April 2024). Disponible en: https://www.imf.org/external/datamapper/

[16]           “BCV aumentó 252% gasto de intervención cambiaria en 2022: Así se comportó el dólar”, Banca y negocios, 2 de enero de 2023. Disponible en: https://www.bancaynegocios.com/datos-bcv-aumento-252-gasto-de-intervencion-cambiaria-en-2022-asi-se-comporto-el-dolar/ ; “Costo de intervención cambiaria del BCV bajó casi 13% en 2023 y llegó a US$ 4.699 millones”, Banca y negocios, 26 de diciembre de 2023. Disponible en: https://www.bancaynegocios.com/exclusivo-costo-de-intervencion-cambiaria-del-bcv-bajo-casi-13-en-2023-y-llego-a-us-4-699-millones/